"Yo tenía una amiga, una amiga invisible"... Con esta sugerente frase se abre El corazón de la tierra. La historia de dos mujeres, Blanca Bosco y Katherine White, que descubrirán que tienen en común mucho más de lo que imaginaban. La historia de dos culturas, la española y la británica, en un mismo y único espacio, enigmático, telúrico: los legendarios y ricos yacimientos de Riotinto, un singular asentamiento minero en los confines de Andalucía, esa extraña tierra que es un personaje más de la novela, el latido de su corazón, y la peculiar Inglaterra victoriana reproduciendo sus maneras y formas en la más colosal explotación minera de la Europa del siglo XIX. Y como nexo entre ambas, el abuelo de Katherine, mister White, el gentleman que hechizaba a Blanca -niña entonces- con sus mágicas narraciones. Mujeres y hombres de culturas diferentes inmersos en una espiral de insurrección, movidos por el vértigo de los límites. Un carismático y misterioso líder anarquista que aglutina a mineros, agricultores y ganaderos para enfrentarse a una de las más poderosas empresas del viejo continente. Una revuelta, basada en los hechos reales acontecidos en 1888, como signo de rebelión y justicia. También como brote precursor, avanzado preludio de la reivindicación ecologista. Una gesta romántica y ética que tuvo, como testigo de excepción, la mirada de la niña Blanca, esos ojos que todo lo vieron, aquel corazón que todo lo guardó, este recuerdo vivo que, con la aparición de Katherine, rescata un capítulo oculto -y silenciado- de nuestra historia.