¿En qué época de la vida se deciden las circunstancias que más tarde han de marcar sus límites? Ésa es la pregunta que empuja a Román, el protagonista de El jardín vacío, en busca de su pasado.
Esta novela es un viaje por la memoria, ruina tras ruina, a través de la crueldad, la sordidez y el horror que acompañan al paso del tiempo cuando los sucesos más importantes de una vida no están constituidos por lo que le pasó a quien recuerda, sino por lo que les aconteció a los otros. Así, los recuerdos no sólo poseen una función protectora sobre la conciencia, sino que son la trama que sostiene las sombras de la inseguridad y la pérdida.
«El jardín vacío es difícilmente superable, pues no me parece posible escribir algo más hermosamente triste sin perecer.»
La Vanguardia