Cuando a Antonio María lo abandonó su mujer para irse con el mayoral de una diligencia, todos empezaron a llamarle el Chico que fue Hombre, ya que recuperaba el estatus de chico. Entonces se echó al monte y reunió una partida de bandoleros. Atacaba las diligencias y se ensañaba, sobre todo, con los mayorales. Un día conoció a Fabián y, especialmente, a María Bautista, quien le curó el tajo que le habían dado en la frente y la herida del corazón, aunque para entonces quizás era tarde.