En La zona envenenada, el profesor Challenger congrega un día en su casa a sus amigos más próximos, instándoles a traer consigo un curioso capricho: botellas de oxígeno. Éstos quedan sorprendidos por la petición, hasta que se enteran de la amenaza que pesa sobre la Tierra: Challenger ha descubierto que la atmósfera terrestre va a verse envuelta en una nube tóxica que acabará con la especie humana. Todos ellos se encierran en una habitación con el oxígeno, dispuestos a aguantar sin esperanzas sus últimas horas de vida, pero descubren, al cabo de unas horas, que la nube tóxica ya ha desaparecido. Aún consternados por el suceso, salen a la calle y observan los estragos del envenenamiento y, creyéndose los únicos supervivientes, descubren horas más tarde, con gran alegría, que el veneno apocalíptico era sólo un somnífero muy efectivo.