Luis piensa que tener una mascota en casa es muy práctico, sobre todo si te ayuda con los deberes. Pero las cosas se complican si el animal de compañía es un lobo flacucho, susceptible y ávido zampa-galletas. Un verano, el abuelo se lleva a su nieto- y al lobo, ¡qué remedio!- de vacaciones. ¡Un viaje inolvidable para todos!
Más cerca del cómic que de un cuento tradicional, este libro divierte, sorprende y deja con ganas de más. En blanco y negro, dividido en breves capítulos, los dibujos y los textos crean la atmósfera ágil, casi vertiginosa, disparatada y genial que ya nos sedujo en Yo, el lobo y las galletas (de chocolate).