Con las comedias de Calderón de la Barca llegó a su cima la evolución del teatro barroco español en el siglo XVII. Sus primeras obras se sitúan en la estela de la revolución teatral emprendida por Lope de Vega. A esta fórmula dramática responde El alcalde de Zalamea, que ya es obra de madurez. En ella se recrean abusos y atropellos cometidos por los soldados en los pueblos donde se alojaban las compañías, con las tensiones alimentadas por la frecuente confrontación entre militares y civiles. El drama de Calderón reúne ingredientes de profunda aceptación popular, por su espontaneidad y derroche de vida, por la autenticidad y patetismo de algunas escenas de dolorida humanidad y por la firme ejecución de una justicia ejemplarizante en manos del orgulloso labriego Pedro Crespo, investido de alcalde, en defensa del honor de su familia.