El Lazarillo ocupa un lugar de privilegio en el nacimiento de la novela picaresca y, en general, de la novela moderna. No deja de resultar curioso que, en pleno Renacimiento, época de máxima valoración de la fama, un autor guardase celosamente su nombre habiendo dado cima a una obra genial, que encierra uno de los mayores enigmas de la historia de la literatura.