¡Mozart!... Estoy seguro que aunque no sepáis cuándo ni dónde nací, ni cuál fue el número de obras musicales que compuse en mi corta vida, este famoso apellido lo habréis oído y pronunciado en más de una ocasión. Si preguntáis, os dirán que soy uno de los más grandes compositores europeos de todos los tiempos. Por la cantidad de obras que compuse, por su valor musical, y también porque fui un pequeño prodigio. De los seis a los diez años recorrí Europa dando conciertos con mi hermana Nannerl y asombrando a todo el mundo por el talento que mostraba siendo poco más que un bebé. El ser un genio os puede hacer pensar que tuve una vida fácil, pero no fue así. Al contrario, pasé muchas dificultades y tuve enemigos. Imaginaos que hay diferentes teorías sobre mi muerte: ¡se cree que al menos tres personas hubieran podido asesinarme! Hay quien dice que la llama que brilla más intensamente, dura menos tiempo. Lo cierto es que sufrí diferentes enfermedades y que no llegué a cumplir los treinta y seis años de edad. Pero en ese tiempo viajé por todo el continente y escribí música que hoy tocan todas las orquestas del mundo. Seguro que no conocéis a nadie a quien no le guste la Pequeña música nocturna o el aria de la Reina de la Noche de La flauta mágica... Y ¿sabéis por qué? Porque no eran simples encargos: esas melodías las escribí con el corazón y con la inteligencia. Ya que, para mí, componer era mucho más que trabajar... ¡era vivir!
Disponible en catalán, para comprarlo haz clic aquí.