Los gigantes de verdad viven en lo alto de
las montañas porque son unas enormidades
benignas que no quieren espantar a los
pequeños humanos, pero bajan un día al año
a celebrar el carnaval, cuando se confunden
con los gigantes de mentira que danzan
por las calles del pueblo. Febrerito, sin
embargo, tiene un tamaño ordinario entre
los hombres y minúsculo entre los gigantes.
Como también tiene arrojo y muchas ganas
de conocer mundo, decide dirigirse a la
ciudad, donde tantas maravillas ocurren.
Lo hará con su hermano Noviembre, cuya
fuerza colosal lo convierte en un trabajador
sin duda extraordinario y a todas luces muy
productivo. Conviene, no obstante, que
tanta luz no delate su magnitud, de modo
que llevará a cabo descomunales faenas
sólo por la noche y en edificios bien tapados
con una lona. Así arranca este entrañable
y divertido relato escrito por Jordi Soler e
ilustrado por Santi Moix (ambos gigantes en
sus respectivos campos).