Michel Marini tenía doce años en 1959. Eran los tiempos del rock'n roll y de la guerra de Argelia. Él era fotógrafo aficionado, lector compulsivo y jugador de futbolín en el café Balto de la plaza de Denfert-Rochereau, en París. En la sala de atrás de ese café conoce a Igor, a Léonid, a Sacha, a Imré y a todos los demás. Eran hombres, que habían cruzado el telón de acero para salvar el pellejo; dejaron atrás sus amores y a su familia, traicionaron sus ideales y todo cuanto eran. Se encontraron en París, en ese club de ajedrez de la sala de atrás de un café por el que también iban Kessel y Sartre. Y los unió un terrible secreto que Michel acabó por descubrir. Ese encuentro le trastocó para siempre la vida al muchacho. Porque todos eran unos optimistas incorregibles.
Retrato generacional, reconstrucción minuciosa de una época, crónica agridulce de una adolescencia: Jean-Michel Guenassia da en el clavo con esta primera novela, que asombra tanto por lo ambicioso del proyecto cuanto por la ráfaga de autenticidad que recorre estas página.