Andréi Bábichev es un ciudadano ejemplar. Orgulloso director de una fábrica de alimentos que quiere dotar de salchichas a las masas proletarias, ha asumido con entusiasmo la creación del Nuevo Hombre socialista. El azar lo lleva una noche a conocer a Nikolái Kavalérov, borracho y haragán que acaba de ser expulsado de una taberna. Andréi lo invita a vivir en el sofá de su casa, pero su gesto fraterno apenas atemperará el odio teñido de envidia que este refunfuñón y anárquico representante de la libertad siente hacia su benefactor: «Lucho ... por la ternura—reprochará más tarde a Bábichev—, por la inspiración, por la personalidad ... por todas las cosas que trata de aplastar usted, “hombre admirable”». En apariencia crítica con la vieja mentalidad «burguesa» (recibió en su día los aplausos de una miope crítica oficial), Envidia es una sátira punzante, vertiginosa y magistral en favor de la libertad.