No es sólo Gonzalo de Berceo el autor más representativo del grupo de escritores que forman en el siglo XIII el llamado Mester de Clerecía, sino que es también el primer escritor en lengua castellana que llega hasta nosotros con nombre y apellido. Del conjunto de sus obras -fundamentalmente hagiográficas y marianas- sobresalen los Milagros de Nuestra Señora, colección de veinticinco Milagros precedidos por una introducción alegórica. La importancia de la obra, que sigue seduciendo al variado lector contemporáneo -recordemos, por ejemplo, la impresión que producía entre los modernistas españoles-, reside, entre otras razones, y siguiendo las palabras del editor, en el hecho de que los Milagros forman un verdadero libro con estilo y sentido unitarios. Así, Juan Manuel Rozas, catedrático de Literatura de la Universidad de Extremadura, como viene ya haciendo desde sus primeras contribuciones al estudio de la obra berceana, apunta, sin eludir la crítica filológica, hacia otra vía de análisis -a nuestro entender más necesaria- dada la escasez de aportaciones que profundicen directamente en el carácter estético y humano de los Milagros, la de la composición y significación de la obra del riojano.