Alice y Jules forman un entrañable matrimonio de edad avanzada. A lo largo de los años, han ido desarrollando una complicidad basada en una rutina reconfortante en la que han aprendido a tolerar los defectos del otro. Como cada mañana, Jules se ha levantado primero para preparar el café y, como cada mañana, se ha sentado en el sofá a la espera de que se levante su mujer. Pero cuando llega Alice y se encuentra a su marido sentado como siempre, no tarda en darse cuenta de que ha muerto. A lo largo de todo el día, Alice permanecerá junto a su marido recordando los momentos, buenos y malos, que han vivido juntos, y le va contando esas cosas que siempre le hubiese querido decir.