Con este libro, publicado originalmente en 1914, José María Izquierdo definió el género literario del sevillanismo literario, la divagación. Sin duda, en sus páginas encontramos todo un programa de interpretación idealista de la ciudad de Sevilla y un modelo de prosa que, desde una estirpe poética (de Bécquer a Juan Ramón Jiménez), desemboca en el ensayo plenamente modernista. Sin este libro no se entienden plenamente las tentativas literarias posteriores sobre Sevilla: los textos de Romero Murube, Chaves Nogales, Luis Cernuda, Núñez de Herrera, Rafael Laffón, Juan Sierra o Rafael Montesinos... Según José María Izquierdo, toda ciudad debe tener una altura, para mirar el horizonte, el cielo, la tierra; un espejo, para mirarse a sí misma; y un "no se qué" que haga que la ciudad sepa como es en sí misma. Sevilla tiene una torre como la Giralda, un espejo como el Guadalquivir, y un quid divinum que es la Gracia. Divagando... se basa en el estudio de un alto y complejo concepto de la Gracia, como una grata disposición de ánimo para el éxtasis, para el goce estético, religioso, artístico, una suerte de misticismo moderno, urbano y nada arrebatado, que nos da la clave para representar la ciudad en su verdadera esencia. En este conjunto fragmentario de prosas, Izquierdo suma sus preocupaciones eruditas y regeneracionistas sobre una ciudad que tiene la virtud -para algunos el defecto- de unir tradición y modernidad con una graciosa -para otros insoportable- levedad.