Sevilla, 1776. La ciudad se ve sacudida con la aparición de una serie de sacerdotes decapitados. En todos los casos, los cuerpos no presentan herida alguna —salvo un corte limpio y preciso— y no hay rastro de sangre, sino tan solo una especie de líquido solidificado en torno a los cadáveres. El pánico comienza a apoderarse del clero y de toda la población. Gaspar de Jovellanos, juez de la ciudad hispalense, ayudado de Richard Twiss, un intrépido viajero inglés recién llegado a España, y de Mariana de Guzmán, una joven e inteligente aristócrata secretamente enamorada de Gaspar, comenzarán una búsqueda frenética del asesino ¿o asesinos? cuyos incesantes horrores parecen seguir unos vaticinios ya publicados. En la vorágine de tales sucesos, Sevilla se debate entre el miedo y el oscurantismo representado por el Santo Oficio y las nuevas ideas traídas por la Ilustración.
Los únicos hilos de los que podrán tirar para esclarecer tan horrendos crímenes antes de que la población se levante en armas no parecen tener mucho en común. Por un lado, se está llevando a cabo una cuidada y selectiva eliminación de religiosos de oscuro pasado y reprobable comportamiento. Por otro, cuenta una leyenda que en la Semana Santa de 1767, cuando los jesuitas fueron expulsados del reino, alguien escondió un fabuloso tesoro de oro en uno de los edificios más emblemáticos de Sevilla. ¿Qué relación existe entre ambas pistas? ¿Estarán a tiempo de solucionar el rompecabezas antes de que la ciudad estalle? ¿Podrán Gaspar de Jovellanos y Mariana de Guzmán expresar libremente su amor antes de que la locura y el terror los arrastre a ellos también?