Porque la realidad era otra. La instrucción que recibió era escasa y, como suele pasar en estos casos, tuvo que encontrar sus propios maestros; o sea lecturas, siendo autodidacta. Parece que la familia, en especial su madre, se mostró bastante hostil a sus lecturas, y a sus conatos literarios. La poeta confesó en cartas a su mentor Juan Eugenio Hartzenbusch lo harto difícil que fue intentar escribir en un ambiente tan asfixiante y opresivo. Pero no fue sólo su familia, fue el pueblo entero el que se opuso a que escribiera una mujer.