La originalidad de Salinas, que supo evitar cuidadosamente, dentro de un género que a ello se prestaba, el conformismo y la adulación servil de los poetas cortesanos, resguardando la independencia, aun en poesía, no es uno de los aspectos menos atractivos de su personalidad y de su obra. Se puede afirmar que, pese a la mutación que se observa en su vida como en sus versos, entre Segovia y Sevilla, el doctor Juan de Salinas permanece siendo, en toda su obra a lo humano, con la notable continuidad que es cifra de su arte, uno de los maestros más indiscutibles del donaire en la poesía de los Siglos de Oro españoles.