La necesidad de exponer bien, de "contar o decir en voz alta, generalmente delante del público, un poema, un discurso o una oración" -siguiendo las palabras del propio Antonio Espina-, determinará el nacimiento de la oratoria. En el dominio de la elocuencia estriba la transmisión eficaz, al tiempo que hermosa; y en tanto esto es cierto, estamos asistiendo a una forma artística de la combinación de las palabras. ¿Es la literatura algo diferente de eso?
En las obras tardías de Espina, El cuarto poder, Las tertulias de Madrid y La elocuencia, parece que se trata de situar al hombre del XIX en los tres escenarios principales. En primer lugar, en las redacciones, desde las cuales se convierte en creador de corrientes de opinión, hasta el punto de hacer considerar a la Prensa como un nuevo Poder. En segundo lugar, en el café, en la tertulia, en la reunión donde se gestan esas ideas. Y, ahora, en la tribuna, en el foro o en el púlpito, donde el intelectual se convierte en autoridad y como tal, transmite, más o menos artísticamente, sus ideas.
Tenemos aquí en acción, por lo tanto, a los principales tributos españoles de nuestro siglo XIX, lo que es decir un material fundamental, tanto para el estudio de la historia y literatura española como para la obra de del propio Espina. Un material que había permanecido hasta ahora inédito y que hoy recupera esta editorial.