Funerales es un texto complejo en el que la política y la crítica mordaz de la sociedad se mezclan con la imprecación profética y el fulgor de la poesía. Para un lector ajeno a la historia reciente de Marruecos, muchas de sus alusiones y referencias podrán pecar de oscuras (los sucesos de Casablanca en 1965 a los que Edmond Amran EL Maleh consagró algunas de sus mejores páginas; el asesinato del líder socialista Omar ben Yelún por un grupo de fanáticos). Para los primeros destinatarios del libro, no lo son: como los españoles de hace décadas poseen la inteligencia y el arte de entenderse por señas. Aun con sus zonas de cautelosa penumbra, la mirada crítica de Ahmed El Madini refleja bien las esperanzas y desengaños de muchas mujeres y hombres de su generación.
Pero el auténtico protagonista de la novela no es el narrador ni tampoco el líder asesinado con cuyo entierro conluye la obra: en Casablanca, la gran urbe voraz y tentadora, espléndida y miserable, verdugo de sí misma y de sus propios hijos. El alter ego del autor nos conduce a través de sus barrios, husmea sus rincones más ocultos: de la Medina Vieja "débil y entumecida" a las mansiones agazapadas entre el arbolado de Anfa, del mausoleo marítimo del santo tutelar Sidi Abderrahman a las zonas de "excrementos y congresos de moscas". Casablanca, llena de contrastes, luces y sombras, palimpuesto de escrituras diferentes y contradictorias, ayuna de pasado e ignorante de su porvenir.
Juan Goytisolo