Enfrentarse a un lienzo en blanco comporta, unas veces, un sentimiento de inquietud. Otras, una ataraxia ante cuya vacuidad desplegamos una voluntad de acción Instintiva extremadamente eficaz.
Pintor, ser anónimo enmarcado a golpes de metáfora, réplica real del hombre ficticio del subsuelo, entre mundos de verdades y deseos, repasa determinados momentos de su experiencia en el laberinto vital.
De un modo insólito, directo e implacable, a través de la narración implícita de Pintor, en No me digas nada más losep Roca desenmascara a los profanos que imparten, a los curiosos que no inquieren y a los mercaderes que venden ficciones.
Una sucesión de percepciones subjetivas, reflexiones en voz alta y apuntes va construyendo la conciencia del protagonista. Y ai final: late el corazón. Y toda esa pelvis quejumbrosa no es más que una forma de vida.