La vicencia del paisaje y la evocación de personajes del Evangelio aparecen fundidas en Figuras de la Pasión del Señor, obra originalísima en la producción de un escritor de la talla de Gabriel Miró, que ha sido llamado «gran poeta de la prosa». La obra de este gran autor, transida de fervor en la palabra, se ocupa casi constantemente de sensaciones (luces, colores, aromas, sonidos...) y tiene un sello personalísimo que, no obstante, lo relacionan con la «estética de la Biblia», con escritores místicos, con la sensibilidad modernista, el impresionismo y el paisajismo del 98 (Azorín principalmente). Como evocador moroso y de tempo retenido, a Miró se le emparenta con Marcel Proust, otro gran memoriador de vivires recordados.