Molloy es el primer título de la trilogía, -que se completará con Malone muere y El innombrable-, donde Samuel Beckett inició su andadura en lengua francesa. Beckett describe aquí la búsqueda de la identidad imposible, crea unos personajes que, escindidos en su interior, luchan por afirmar su existencia. Así Molloy, con el fin de consolidar su personalidad y completarse a si mismo, deberá encontrar a su madre, al igual que Moran, quien, en la segunda parte de la novela, tendrá que encontrar a Molloy para completarse a su vez a sí mismo. Tanto en Molloy como en el resto de sus novelas, la ruptura de las reglas de narración clásicas es una necesidad inevitable, pues la estructura realista desaparece al mismo tiempo que se agota en sus personajes el deseo de alcanzar una meta o de ver consumada su búsqueda. Punto de partida de sus creaciones posteriores, Molloy reúne en sus páginas todas las señas de identidad del mundo beckettiano y constituye una de las expresiones literarias más hondas de nuestro tiempo.