Si un hijo es objetivación humana del futuro, aquel que no se ha tenido es dolorosa constatación de su ausencia. La historia colectiva toma a menudo en lo individual y sus sufrimientos valor de ejemplo. Es así como Kertész, en este “Kaddish por el hijo no nacido”, hace un doloroso autoanálisis, brutal, desgarrador y sin concesiones, sobre «el acontecimiento traumático de la civilización occidental», sufrido directamente por él, y en el que establece una línea de conexión entre la sombra alargada que Auschwitz proyecta y la imposible paternidad. En este libro, un hombre habla de sí mismo, pero su confesión se catapulta hacia lo colectivo.