En el pequeño parque de la pequeña ciudad, una de las dos capitales de provincia menores de España, aparece una mañana de junio, colgado de un pino, el cadáver de un adolescente poco recomendable. Todo apunta a que se trata de un suicidio, pero el comisario Maroto percibe, aun sin indicios claros, la huella de un posible asesinato, su aroma de niebla...
Maroto sabe que tiene que darse prisa. Los asuntos de menores siempre resultan incómodos y no sirven nunca para ganar medallas al mérito. Sus jefes de Madrid quieren que dirija sus esfuerzos y efectivos a otro caso mucho más vistoso y él mismo, con un hijo de dieciocho años, no se siente a gusto hurgando en las vidas de adolescentes. Sin embargo, ayudado por el fiel subinspector Pérez, Maroto inicia una investigación en la sombra que le llevará a descubrir el lado más oscuro del alma humana.
Con Los frutos caídos, César Ibáñez nos presenta a un comisario de peculiares gustos y personalidad inconfundible que hará las delicias de los amantes del género policiaco.