«Un marero no se tumba aunque le aticen con todo, no se va a quejar aunque le rompan el alma, ni reconoce más ley que La Vida Loca.»
En la oscuridad, entre la selva, acecha un racimo de rostros con lágrimas tatuadas en las mejillas. Esperan el paso del tren de carga. Es el infierno que se lleva dentro. Es la furia irracional, inhumana, sórdida. Es la Mara Salvatrucha a punto de saltar sobre los indocumentados que acaban de cruzar la frontera rumbo a la tierra prometida que imaginan en el paraíso capitalista del norte.
El gran fenómeno de las migraciones, su violencia y degradación, es el motor de esta novela cubierta por las huellas que a su paso dejan las masas emigrantes, por los cambios que sacuden las costumbres locales y el lenguaje. Su territorio es surcado por el Suchiate, río que divide Guatemala y México.
Ramírez Heredia ejerce en esta obra la profundidad de la mirada, las frases eléctricas y el ritmo vertiginoso que caracterizan su escritura.