«Todos los que hemos sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial fuimos cómplices y culpables de la muerte de los demás.» A partir de esta declaración y con una prosa de elevado valor literario e implacable fuerza documental, Aleksandar Tisma describe el drama del superviviente. En 1983, en la República Socialista de Croacia, Lamian, un judío bautizado que en su juventud se salvó sirviendo de intermediario a los exterminadores, aislado desde entonces, ansía exponerse a la venganza o al perdón de la única persona que también sobrevivió al espanto. Sólo ella, Helena Lifka, puede «liberarlo de la bruma de las alucinaciones».