Pocas veces un desierto ha estado tan lleno de vida como el que describe Dorfman en este largo y difícil viaje a través del Norte Grande, un paisaje sin rastro de agua ni árboles, salpicado de fantasmas de lo que una vez fueron florecientes pueblos mineros donde se amasaron enormes riquezas hace un siglo.
Con la elocuencia que lo ha caracterizado siempre como poeta, novelista y dramaturgo, Dorfman entreteje recuerdos personales de una larga y pintoresca historia familiar en aquel recóndito mundo, que en ningún caso ha desaparecido. El escritor recrea aquí la dura vida de un minero, elogia la fuerza arrebatadora del mismo desierto, describe un conmovedor retrato de la terrible época de los "desaparecidos" y la ejecución --por la junta militar-- de un viejo amigo. Este conmovedor libro, tan conmovedor como el desierto mismo, dejará, sin duda, un profunda huella en el alma quien lo lea.