Este libro reúne tres poemarios escritos por su autor a lo largo de su vida. Dos de ellos, Metrópoli y El volcán herido, fueron publicados tiempo atrás. El tercero, con el que se abre este libro y le da título, Trazas de polizón, recoge los poemas que, durante los últimos años, fue anotando, según explica en el prólogo, «en servilletas recogidas con urgencia en tabernas y cafeterías, en sobres que me traían correo, en los bordes de páginas de periódicos, en cuartillas de mi cuadernillo viajero e, incluso, en el envés de un billete de avión». Son, pues, versos viajeros, donde se huele el mar, se oyen las sirenas de los barcos, se divisan paisajes y se saborea la aventura. La poesía de Reverte nos habla de la soledad, el amor, la nostalgia, la memoria, el vitalismo, la muerte, la juventud, la adolescencia y la vejez. Y contiene una honda apuesta ética, pese a retratar con crudeza, en ocasiones, la inmoralidad de un mundo azotado por la injusticia y la guerra. Hay en sus versos un clamor constante de libertad. Y nunca faltan el humor y la ironía. Este nuevo poemario, Trazas de polizón explica muy bien la vocación de Javier Reverte, como escritor y como hombre. Sus propias palabras lo declaran: «El título honra al que considero el mejor de todos los viajeros: al polizón, ese tipo que se quiere ir de la ciudad en donde vive y no sabe en qué puerto lo tirarán sobre un muelle, ignorante de la geografía en la que se halla, sin apenas dinero en el bolsillo y sin entender el idioma que hablan las gentes con que se topa en la calle».