Pocas obras producen tan plena sensación de encontrarse ante lo que, en los aledaños de lo absoluto, puede llegar a ser la verdadera literatura.
Del análisis de la sexualidad y el deseo a la trágica aceptación del destino, de la formación del carácter individual a la conciencia, Faulkner ofrece una altura literaria que afecta por igual a las peripecias de la trama y a esos rasgos de estilo identificadores de actitudes y personajes que constituyen uno de sus logros mayores.
En La ciudad, segunda parte de la «Trilogía de los Snopes», iniciada por El villorrio (Alfaguara, 1987) y que concluye con La mansión (Alfaguara, 1990), el autor sigue el desarrollo de los Snopes a través de tres puntos de vista. El primero de ellos es el de K. V. Ratcliff, vendedor de máquinas de coser que había aparecido ya en Sartoris y Mientras agonizo. El segundo es el de su amigo Gavin, en buena medida contrapunto del buen juicio del anterior. Y, por fin, el de Charles Mallison, encarnación de la esperanza en las virtudes de un nuevo Sur de los Estados Unidos, y protagonista de su propia historia de iniciación.