Prófugos que huyen con el miedo como compañero inseparable de su exilio, desarraigados que han sido testigos de una violencia que les trastorna la vida, inadaptados irremediables, así son los protagonistas de los cuentos de Con la congoja de la pasada tormenta. Algunos relatos nacen de la experiencia de la guerra, otros del destierro, en muchos casos de las difíciles relaciones humanas. Pero todos tienen en la soledad, en la congoja, aguda o difusa, su sentimiento dominante. Como el protagonista de «El pozo en el pecho», que necesita ir al bar del hotel en busca de Ema; o el de «Torceduras», abocado al suicidio. «El destierro es un oficio propio de tipos melancólicos», se dice en «Variaciones sobre el asesinato de Francisco Olmedo», y esa melancolía es la que siente el narrador de «Perfil prófugo» durante su última noche en Toronto. Los prostíbulos, el alcohol, son bálsamos fugaces o expedientes necesarios que obligan a la doble vida. Horacio Castellanos Moya demuestra en cada relato su singular maestría para crear personajes y ambientes, y para lograr, mediante los diálogos, que quienes habitan sus cuentos nos toquen en lo más hondo.