Una mañana cualquiera, Josef K., joven empleado de un banco,
se despierta en la pensión donde reside con la extraña visita
de unos hombres que le comunican que está detenido -aunque por el
momento seguirá libre-. Le informan de que se ha iniciado un proceso
contra él, y le aseguran que conocerá los cargos a su debido
tiempo. Así comienza una de las más memorables y enigmáticas
pesadillas jamás escritas. Para el protagonista, Josef K., el proceso
laberíntico en el que inesperadamente se ve inmerso supone una toma
de conciencia de sí mismo, un despertar que le obliga a reflexionar
sobre su propia existencia, sobre la pérdida de la inocencia y la
aparición de la muerte. La lectura de El proceso produce
cierto «horror vacui» pues nos sumerge en una existencia absurda,
en el filo de la navaja entre la vida y la nada.
Max Brod, amigo, editor y albacea literario de Kafka tras
su muerte, conoció la existencia de la obra en 1914, pues Kafka,
según su costumbre, le leyó algunos pasajes. Desde un primer
momento quedó fascinado por la fuerza de la historia, por lo que
insistió, como en otras ocasiones, en que se publicara, contra la
habitual reticencia de su autor. Tras la prematura muerte por tuberculosis
de Kafka en 1924, y a pesar de que el autor había manifestado en
una nota su deseo de que todos sus escritos fuesen destruidos sin ser leídos,
Max Brod decidió publicar El proceso años después.
La presente edición recoge el texto íntegro y la ordenación
de Kafka sin los expurgos y arbitrariedades de las primeras ediciones de
Max Brod.