Para Eduardo la vida no tiene sentido desde que perdió a su esposa y a su hija en un trágico accidente de coche. A partir de entonces, pasa los días inmerso en un estado depresivo, incapaz de cerrar la profunda herida que le atormenta. Abandonó la pintura y pasó de ser un artista respetado a convertirse en víctima del alcohol y la autocompasión. Pero su vida da un nuevo giro cuando recibe un encargo insólito. Gloria Tagger, una famosa violinista, le pide que pinte el retrato de Arthur Fernández, un rico empresario responsable de la muerte de su hijo y de otra niña. Él, tanto como Gloria, necesita comprender qué se esconde tras su rostro; averiguar qué siente, qué piensa y si se arrepiente. A cada pincelada, y a medida que cobra forma la obra, más supura la herida de Eduardo. Ha iniciado un viaje del que tal vez no podrá regresar...
«Nada queda al azar en un heterodoxo thriller carente de héroes y villanos.»
La Vanguardia
«No es el Mal el que transita esta novela, pero sus páginas están llenas de maldad y desesperanza.»
Qué Leer