En 1927 un filósofo francés osaba publicar un valiente ensayo en el que denunciaba a buena parte de los pensadores de su tiempo por lanzarse al combate político enarbolando la bandera de la sinrazón, del militarismo y de la xenofobia, y eligiendo como enemigos a los que precisamente debían ser sus ideales: la verdad, la justicia, la razón, la libertad. El filósofo se llamaba Julien Benda, y el ensayo, al que el éxito y la polémica acompañarían desde el momento mismo en que vio la luz, llevaba el contundente y revelador título de La traición de los intelectuales.
Hoy en día, las posiciones contra las que Benda nos ponía en guardia hace ochenta años siguen manteniendo su vigencia, y la lúcida reflexión y condena con que nos obsequia sirven, más que nunca en esta época en que nuestro continente y el mundo se esfuerzan en hallar su identidad, para servirnos de guía, tan necesaria como, por desgracia, poco frecuente.