Con gran originalidad y belleza expositiva, Eduardo García de Enterría describe uno de los sucesos de mayor trascendencia en la historia humana: el paso del gobierno por el arbitrio de un hombre y sus asociados al sistema de gobierno por la ley. No se trata de una mera sustitución técnica, sino de una construcción filosófica y política que concibe la ley como obra de la libertad humana y, a la vez, creadora de libertad, pues su función es articular los derechos individuales. «Sólo en virtud de ley puede exigirse obediencia» será el principio de la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789 sobre el que se articulará todo el Derecho Público europeo.