El carnet de voyage es un género de larguísima historia: el artista consigna visual y verbalmente todo lo que va descubriendo durante su viaje. Lapin se inserta en esa tradición para brindarnos una estampa coral, tierna, divertida, irónica y, al mismo tiempo, rigurosa de una Cuba que se acerca a un cambio de ciclo. Gracias a la dimensión plástica de sus notas logra transmitirnos tanto la luz, el sabor o la música del Caribe como los claroscuros de una revolución siempre inacabada. El relato en forma de diario impresionista nos permite acceder a la vida cotidiana de un país que, por razones históricas y políticas, no se parece a ningún otro.