La joven Rutona reconstruye la vida de Rut, su madre, con quien
ha compartido una vida libre e intensa. Rut conduce una grúa
por las carreteras catalanas de los años setenta, ochenta, noventa
y dos mil. Un trabajo de hombre hecho por una mujer especial,
amante de su libertad y de sus sentimientos. La vida de Rut está
marcada por su intención de no dejarse «domar» y por sus relaciones
sentimentales, que vive en la contradicción de evitar pronunciar
la frase maldita «te amo» porque ello implicará tener que
decir, más tarde o más temprano, «ya no te amo». Para Rutona,
su madre es una referencia pero también un contrapunto para
encontrar su propio camino.