«Nunca he leído nada parecido y, sin embargo, este es uno de esos libros que parecen haber existido desde siempre, un clásico sobre la condición humana».
HILARY MANTEL
En 1945, en Dinslaken, una ciudad alemana ocupada por los aliados, un fotógrafo de guerra inglés se resiste a regresar a casa: mientras cubría los últimos coletazos del hundimiento del Tercer Reich fue testigo de la liberación de uno de los campos de exterminio. Ahora, incapaz de retomar «una vida normal», de concebir incluso que algo así pueda volver a existir después de lo ocurrido, decide recorrer el país fotografiando a la gente frente a sus hogares, tratando así de comprender, de individualizar al pueblo que consintió la barbarie nazi. El coronel al mando del regimiento que liberó el lager le proporciona un vehículo y un conductor, un joven recluta recién aterrizado en el continente. Lo demás será silencio, humanidad y una detallada geografía del infierno en la tierra.
Como ya demostrara en la magistral Una comida en invierno, Hubert Mingarelli ;heredero directo de Hemingway y Bábel; nos ofrece aquí una límpida y contenida crónica de las consecuencias y responsabilidades de la guerra, de las víctimas y los verdugos, de cómo los asesinos no son solo quienes disparan, sino todos aquellos que, en distinto grado, participan de un sistema criminal.