¿Qué pequeña bici de manubrio cromado al fondo del patio? fue la segunda novela de Perec y auguraba la experimentación en el lenguaje que caracteriza su obra. Novela argumental y estilísticamente ágil, ya desde las primeras frases su comicidad salta a la vista, así como también son visibles el profundo alegato antibelicista de Perec y la manera en que juega con las palabras y las frases.
Los desopilantes miembros de una «band of brothers» (Shakespeare) quieren evitar que uno de ellos sea destinado a la guerra en Argelia, para lo cual imaginan cuál solución más disparatada que la otra para imposibilitarlo físicamente, instalando al lector en la larga y fecunda tradición literaria de la risa, la parodia y la carcajada, especialmente cuando llega la hora de la ejecución material del plan, tras abundantes libaciones.
«En esta breve novela Georges Perec regresa a su mejor época, si bien acentuando su tendencia al sarcasmo y a la vez procurando que la acritud de fondo nunca se trasforme en amargura, y nunca se transforma porque Perec tiene el propósito de poner en ridículo toda forma de solemnidad, y especialmente la solemnidad militar, y de huir, por medio de un lenguaje chirriante, punzante y descodificador, de toda posible tentación trascendente. La novela quiere ser, y de alguna manera lo es, un “modo de empleo”, o mejor: un manual sobre cómo librarse de la guerra y cómo evadirse de las oleadas de muerte que toda guerra genera.
«La acción transcurre en París durante los días que antecedieron a la guerra de Argelia, pero su atmósfera recuerda la época que precedió a la Primera Guerra Mundial, como si Perec le hubiese querido dar a su historia un cierto aire retro, a medio camino entre el dadaísmo y el existencialismo más delirante. El narrador es un auténtico “cómico de la lengua” al que le encantaría contarnos una historia tan discontinua como demencial pero, como él mismo clama en la página 36: “¡ah! ¡Literatura! ¡Qué tormentos, cuántas torturas nos impone tu sacrosanto amor a la continuidad!...”.
«Mas no se alarme al lector amante de los sobresaltos, pues aquí la continuidad es solo parcial y la novela se convierte en una danza de palabras proyectándose hacia un punto final que no resuelve nada y que a la vez no deja nada en su sitio». Jesús Ferrero
Traducción de Pablo Fante