El rumor es insistente: el cristianismo se muere. No es la primera vez en la historia que unos u otros lo temen, lo piensan o lo desean. Nos hallamos ciertamente en una de las diversas encrucijadas en que la fe cristiana se ha visto obligada a modificar su manera de entenderse a sí misma y de relacionarse con el mundo y con la historia. Conviene, pues, recorrer algunos hitos fundamentales de la andadura histórica del cristianismo para extraer la lógica de sus aciertos, el desvarío de algunas de sus opciones socio-políticas y culturales y nuevas luces para afrontar los nuevos tiempos. El hundimiento de la cristiandad, causado por la fractura de la Reforma y acentuado por la autonomía de los saberes y de las políticas, impulsó a la comunidad cristiana, tras largas vacilaciones, a "hacer el duelo" sobre la vinculación institucional de la fe con el mundo. Consciente de su propia fragilidad, renunció a reemplazar las carencias de los hombres. Con modestia, sin pretensiones de conocer el sentido de la historia y el bien de las sociedades, se aplicó a discernir los signos de la presión del Reino de Dios. Los obstáculos que ha tenido que superar no han sido tanto sus fracasos cuanto los éxitos, reales o imaginarios, que ella consideró como anticipos del Reino. La autonomía actual del mundo la invita a desprenderse de sus éxitos y de sus amarguras para reanudar la marcha que Jesús llevó adelante hacia la meta deseada. Siguiendo este camino, el insistente rumor actual acerca del inminente deceso del cristianismo segurametne no será más que eso: un falso rumor. CHRISTIAN DOQUOC, dominico, doctor en teología y profesor emérito de la Facultad de Teología de Lyon, ha publicado numerosos libros, entre los cuales, recientemente en esta misma Editorial, "Creo en la Iglesia". Precariedad institucional y Reino de Dios.